Pensamientos sobre “La alegría del amor”
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Tomar altura y no centrarse con demasiada rapidez en tal o cual problema en particular
No constituye un buen método el hecho de precipitarse de golpe en el capítulo ocho de la Exhortación Apostólica AMORIS LAETITIA del Papa Francisco, el más polémico, que se refiere a las situaciones de crisis de la pareja. Eso es mirar el paisaje por el lado contrario de los anteojos de larga vista.
Como es inevitable que se produzca este estrechamiento -y más de una vez-, el Papa prevé con realismo una recepción bastante difícil para su texto. Pero no está predispuesto de antemano contra quienes tendrían dificultades para percibir su intuición y apreciar la dirección de su impulso. “Comprendo -escribe él mismo- a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna (n. 308)”. Sin embargo, pide a la Iglesia otorgarle su confianza y seguirlo.
Ser católico es un poco como estar en un avión
Hay que confiar en el piloto, en este caso el Santo Padre. No estamos obligados a creerlo infalible en todo instante. Debemos incluso creer lo contrario. Con todo, si se piensa que Cristo no cesa de dirigir su Iglesia, de enviarle su Espíritu Santo, y que nunca la abandonará, siempre se tiene a priori confianza y respeto, y también gratitud, por una enseñanza o ciertas orientaciones, aun cuando uno pueda encontrarlas difíciles de asimilar. Estas dificultades son indicadoras de una crisis de crecimiento favorable para nosotros y más bien es conveniente alegrarse por eso.
Correríamos riesgo de extraviarnos en la polémica si, para comenzar, no retrocediéramos tomando perspectiva ante este texto, que es un gran texto y merece amplia atención y altura de miras.
Un texto tomista
Desde el punto de vista de la filosofía práctica (ahí residen mi formación, mi competencia y mi perspectiva), advierto en primer lugar la orientación aristotélica o tomista de este texto, como en todo el pensamiento del Santo Padre. El nombre de Tomás de Aquino se repite cinco veces en el texto, remitiendo a no menos de 10 textos del Aquinate, y se cita también el libro del Padre Sertillanges, O.P., teólogo tomista, sobre el amor (nota 139).
Al mismo tiempo que de este modo el tomismo (símbolo de lo que los medios de comunicación masiva llamarían “conservador”) experimenta un significativo retorno, el magisterio de Francisco es denunciado por algunos, de hecho con frecuencia más papistas que el Papa, como el triunfo posterior al golpe de los progresistas del Concilio Vaticano II. Esto basta para poder adivinar que la situación es compleja y paradojal y que las nociones ya constituidas no son suficientes para comprender lo que Francisco quiere decir. Es preciso sencillamente entrar en lo concreto de una intuición que no se reduce a las categorías vigentes.
El concepto de felicidad (n. 149, por ejemplo), centrado en la alegría, y la virtud de la prudencia (especialmente en el capítulo 8) dominan el campo del pensamiento moral. Ahí están, con la noción de amistad, que sirve de base para la definición del amor (n. 120) y del amor conyugal (n. 123), los elementos fundamentales de la sabiduría práctica, retomados aquí, ciertamente, en una visión de fe.
La referencia a Tomás no es irónica ni táctica, sino auténtica y substancial, ya que proporciona también la definición de la alegría, que es “dilatación del corazón” (n. 126).
Muy lógicamente, la noción de ley está presente, pero subordinada. La conciencia no se visualiza en primer lugar en su relación con la ley como principio universal, sino en la prudencia (o imprudencia) de su obrar. La ley natural, a la cual se hace referencia (n. 305), depende del “corazón” gracias a la epístola a los Romanos, 2, 15 (n. 222). Esta ley no es una legislación de razón pura que imponga obligaciones a priori (exclusión de la concepción racionalista y kantiana, pero también jansenista, de la ley), sino “una fuente de inspiración objetiva para el hombre” entendido como tomador de decisiones.
Una moral de la felicidad y una espiritualidad de la alegría. Sobrenaturales y naturales.
El pensamiento de Francisco en materia de teología moral es algo que me gustaría llamar un eudemonismo sobrenatural muy natural (significando eudaimonia en griego felicidad). La felicidad es vista como alegría. El término “alegría” se repite no menos de 57 veces y la mejor manera de comprender este texto sería exponiendo la diversidad y la coherencia de todos esos usos de la palabra “alegría”. Básicamente, la alegría es la alegría de amar. Esa alegría de amar, para la inmensa mayoría de los humanos toma, para empezar, sencillamente forma de familia. Por el contrario, la desgracia toma forma de decepciones afectivas y dificultades familiares, en la pareja o entre padres e hijos.
Este eudemonismo es sobrenatural, porque cada uno conoce por experiencia la dificultad de amar, especialmente en familia, y por consiguiente de ser feliz. Las raíces de esta dificultad son profundas. Es una especie de enfermedad más que física o psíquica. Esta enfermedad ontológica se llama “el pecado original” (cf. El nombre de Dios es misericordia). El acceso a la felicidad no es un camino fácil. Se confunde con el de la terapéutica (de la salvación) y de la liberación (redención) que cura esta enfermedad. Cristo es el médico. La Iglesia es su hospital de campaña (n. 291). El remedio se llama cruz. La curación se llama resurrección.
Este eudemonismo es muy natural, porque se trata de traer la alegría a la vida de todos los días y de toda la gente. La evangelización no es sino ese esfuerzo por resucitar la alegría en el tiempo y eternizarla. Por cuanto trae la alegría, incluso en las penas y las dificultades de la vida, y porque únicamente con esta condición es plenamente auténtica y viva, la religión de Cristo es una buena nueva, en griego “evangelio”. La alegría de amar en forma de familia prolonga así La alegría del Evangelio. La esencia de la vida cristiana es idéntica a su objetivo: es la alegría de amar. La alegría es la señal de la vida en el Espíritu. Evangelizar es hacer que alguien desee estar lleno de la alegría de Cristo.
La insistencia del Papa en la misericordia se comprende entonces sin dificultad: sin misericordia, uno se condena a estar seco, duro y triste. Además, únicamente esta insistencia permite integrar plenamente la cruz, sin la cual no hay cristianismo, sin por ello traumatizar o hacer huir.
Ejemplo: una cita especialmente iluminadora
El número 317 es quizás la culminación del texto: “Si la familia logra concentrarse en Cristo, él unifica e ilumina toda la vida familiar. Los dolores y las angustias se experimentan en comunión con la cruz del Señor, y el abrazo con él permite sobrellevar los peores momentos. En los días amargos de la familia hay una unión con Jesús abandonado que puede evitar una ruptura. Las familias alcanzan poco a poco, ´con la gracia del Espíritu Santo, su santidad a través de la vida matrimonial, participando también en el misterio de la cruz de Cristo, que transforma las dificultades y sufrimientos en una ofrenda de amor´. Por otra parte, los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aun la sexualidad, se experimentan como una participación en la vida plena de su Resurrección. Los cónyuges conforman con diversos gestos cotidianos ese ´espacio teologal en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado´”.
9 claves para leer la exhortación Amoris Laetitia del Papa sobre el amor en la familia
El 8 de abril pasado, la Santa Sede publicó la exhortación apostólica Amoris laetitia (AL), "La alegría del amor: Sobre el amor en la familia", fruto de los Sínodos celebrados en 2014 y 2015.
Debido a que es un documento extenso, con cerca de 270 páginas, presentamos nueve claves que la Santa Sede ha brindado para ayudar a su lectura y comprensión.
1¿Qué novedad trae la exhortación Amoris laetitia?
La novedad de esta exhortación es la actitud de acompañamiento. El Papa Francisco, al igual que sus predecesores, reconoce la complejidad de la vida familiar moderna, pero acentúa mucho más la necesidad de que la Iglesia y sus ministros estén cerca de las personas sin importar la situación en que se encuentren o lo alejados que se puedan sentir de la Iglesia. Amoris laetitia no es un texto teórico desconectado de los problemas reales de la gente.
El documento también recuerda la belleza de la vida familiar, a pesar de todos los problemas que conlleva.
Francisco escribe sobre cómo formar una familia significa ser parte del sueño de Dios, uniéndose a Él en la construcción de un mundo "donde nadie se sienta solo".
2 ¿Es un documento para todos los católicos o solo para los expertos?
Amoris laetitia es una lectura esencial para obispos, sacerdotes y agentes de la pastoral familiar. Sin embargo, el Papa Francisco señala en la introducción que nadie debería precipitarse en su lectura y recomienda que las personas deben prestar atención a lo que corresponde más a sus necesidades. Por ejemplo, a las parejas casadas les interesará especialmente el Capítulo IV sobre el amor en el matrimonio, la fecundidad y la educación de los hijos.
Como se aprecia en sus páginas, los lectores verán que Francisco, con un corazón de pastor, entra simple pero profundamente en las realidades cotidianas de la vida familiar.
3 Divorciados en nueva unión y comunión
El Sínodo apuró que las discusiones sobre ganadores y perdedores no eran productivas. Lo que era productivo, en cambio, era dirigir una mirada profunda a la vida familiar, al matrimonio y al Pueblo de Dios que se esfuerza por vivir su vocación en tiempos difíciles y complejos.
El Capítulo VIII, "Acompañar, discernir e integrar la fragilidad", analiza en profundidad cómo las reglas generales no se aplican estrictamente a cada situación en particular. Y por eso es necesario tener en cuenta la complejidad de cada situación.
El Papa reconoce que todos deben sentirse desafiados por el Capítulo VIII que, ciertamente, llama a los pastores y a los que trabajan en el apostolado de la familia a escuchar con sensibilidad a cualquier persona que se sienta herida y a ayudarla a experimentar el amor incondicional de Dios.
4 Una palabra recurrente es "discernimiento" ¿Qué significa el discernimiento para el Papa Francisco?
El discernimiento es un esfuerzo constante para abrirse a la Palabra de Dios que ilumina la realidad concreta de la vida cotidiana. El discernimiento nos lleva a ser dóciles al Espíritu.
El Papa Francisco pide a los pastores y a los fieles que disciernan cuidadosamente cada situación concreta, pues no hay recetas fáciles, ni "talla única", ni excepciones rápidas y simples.
Sin embargo, el discernimiento no debe separarse de las exigencias de verdad y caridad del Evangelio ni de las enseñanzas y de la tradición de la Iglesia. Hace falta humildad y una búsqueda sincera de la voluntad de Dios.
5 ¿Qué ofrece la Amoris laetitia a los católicos divorciados vueltos a casar?
Les da la garantía de que la Iglesia se preocupa por ellos y por su situación concreta; quiere que sepan y sientan que son parte de la Iglesia y que no están excomulgados. Aunque todavía no puedan participar plenamente en la vida sacramental de la Iglesia, les anima a tomar parte activa en la vida de la comunidad.
Un concepto clave de AL es la integración. Los pastores tienen que hacer todo lo posible para ayudar a las personas en estas situaciones a involucrarse en la vida de la comunidad.
Además señala que cualquier persona en una llamada situación "irregular" debería recibir una atención especial. "Ayudar a sanar las heridas de los padres y ayudarlos espiritualmente es un bien también para los hijos, quienes necesitan el rostro familiar de la Iglesia que los apoye en esta experiencia traumática" (AL 246).
6 Uniones homosexuales
La enseñanza de la Iglesia sigue siendo clara: el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y las uniones homosexuales no se pueden equiparar al matrimonio cristiano.
El documento centra la atención en el matrimonio y la familia, pero también se dirige a las personas que no están casadas, como los padres y madres solteros, las viudas y viudos, los hombres y mujeres solteros, pues todos tienen lazos familiares.
7 ¿Amoris laetitia critica los pontificados anteriores en temas de familia?
Una rápida ojeada a las notas al pie de página muestra la profusión de citas de San Juan Pablo II en Amoris laetitia, en especial la encíclica Familiaris consortio. El Papa Francisco también cita Deus Caritas est de Benedicto XVI.
Además, este documento ofrece esperanza en abundancia. No es una lista de reglas o de condenas sino un llamamiento a la aceptación y al acompañamiento, a la participación y a la integración.
"El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero"(AL 296).
8 Fecundidad en el matrimonio
En varios numerales este documento hace gran hincapié en que los hijos son un don de Dios y una gran alegría para los padres. También cita la encíclica Humanae Vitae, reiterando que los cónyuges deben ser conscientes de sus obligaciones en relación con la paternidad responsable.
En último término, la decisión sobre el espaciamiento de los nacimientos "presupone un diálogo consensual entre los esposos" (AL 222).
En este sentido, AL cita el Concilio Vaticano II subrayando la importancia de la formación de la conciencia, en la que se siente a solas con Dios. Además impulsa los métodos naturales de regulación de los nacimientos.
9 ¿Cuál es el mayor desafío de Amoris laetitia?
El mayor reto es que se lea sin prisas y se ponga en práctica. El texto formula propuestas a la Iglesia y a sus pastores para que acompañen a la familia, la integren, permanezcan cerca de cualquier persona que haya sufrido los efectos del amor herido. Por encima de todo, desafía a ser comprensivos frente a situaciones complejas y dolorosas.
El Papa Francisco quiere que nos acerquemos a los frágiles con compasión, y no con juicios, para "entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura".
Aciprensa